miércoles, 11 de marzo de 2009

Dr. Stevenson

Así fue como el actor más reconocido y que todos amaban se enamoró y dio muerte a un comandante nostálgico del arte.

Primera escena. (Voz) Así fue como él se enamoró de ella (se abre el telón). Escena final. No pudiste contraer el choro, Conchetumare, mujer de mierda. Y acá atrás me siento ahora para lloran y en el fondo reírme de tu sangre, la puta sangre que en mala hora existió y lo que existe debe morir (mete la mano en su bolsillo y comienza a caminar). Pero en un momento del monólogo mi voz tumbó y millones de bestias patearon mi pecho aplastando mi voz y dejó al público que presenciaba desesperados por buscar el desenlace de la obra, el final, ese que a veces cuesta encontrar cuando estás bajo el poder de la inspiración de una sencilla y blanca puta hoja de cuaderno, con ganas de más. Callé y la gente pensaba que todo estaba planeado, que todo era parte de este espectáculo. Quizás mi vida fuera tan creíble sobre un escenario o quizás mi vida era tan falsa como una obra de arte. Debía continuar, sabía, pero su cara estaba ahí mirándome como todos en esa sala, pero algo decía que él se diferenciaba. Mojaba sus labios expectantes para saborear el comienzo de mi palabra, de mi voz. Y era cierto, su estado de bella atención era por mí. Yo era el que tenía la situación en las manos. Podía hacerlo inclusive hasta marchar del salón por aburrimiento, pero obvio que esa no era me mi intensión. El papel estudiado decía que yo debía acercarme a mi compañera y comerle la garganta mientras la follaba entre la sangre y el semen artificial. Pero se iría del salón por celos, más que más la gente con el traje que usa no comprende qué es arte y qué es realidad, además gente como la suya a matado gente como la mía. Continuaba en silencio. Enseguida dije creo, creo que todos ya me miran con algo de rareza, pero yo sé que mi actuación ha sido excelente, por algo sus caras, por algo sus pestañeos inhóspitos por la catarsis que yo y mi actuación les produce. Seguí actuando al pie del guión. Tu sangre ahora será mi confort ¡y que me castiguen mis amores! Que yo no me arrepiento de haberte amado y de estar odiándote con una verga de las que te gustaban. Yo no me confundiré, soy centrado y sé que eso te gustaba, por eso te lo digo. Me escuchaste, por eso te lo digo ¿No me escuchas? ¿No me escuchas? Y repetí nuevamente en mí, muy dentro, ¿no me escuchas?, estoy acá actuando, ¿no escuchas que el sonido del texto que dirijo al público en general es pata ti solamente? Vi a los auditores prepararse mentalmente para la parte que ellos sabían que venía: el sexo entre sangre y semen artificial. Algunos cruzaron las piernas y los que ya las tenían cruzadas las cambiaron, también escuché toser a un par para bajar la saliva que les producía el cerebro por la atención proyectiva que imaginaban e incluso vi salir a dos niños del salón empujados por sus madres. Yo me preguntaba, esto es arte, esto es sólo una obra de teatro, si yo me follo a esta mujer aquella folladura es falsa, ella es una actriz y yo soy un actor, el mejor de todos y todos me aman. Subí sobre mi compañera y escuché el eco de alguien hablando, allí, ungido en el público, cerca de él. Besé a mi compañera y dirigí la mirada hacia allá. Lo vi con el corazón, su firme barbilla afeitada era rociada con una de sus santas lágrimas que estaban siendo salvaguardadas en un pañuelo roza. Supe algo y sospeché. Miré a su lado, y el asiento estaba vacío, miré hacia la salida y alcancé a presenciar la desaparición del cuerpo de una mujer. Pude sentir el perfume femenino que pasaba por sus ojos emocionados. Los celos me carcomieron la piel y antes que penetrara a mi compañera y mezclara la sangre con el semen artificial, mezclé la sangre con mis lágrimas. Me alejé del público, de la escena, de la obra, de la ficción. Mi velocidad movió con furia el telón y reforzaba su caída. Cinco minutos después, la gente salía sin entender nada. Yo esperaba a mi amado en la puerta con un cuchillo de tras de mí. Me acerqué cuando salía. Comencé a ver varias medallas, vi un par de águilas sobre su pecho, era como un caparazón de orgullo y valor. Frente de mí, me acordé del guión dejado en el olvido. (Se baja del cuerpo después del sexo) Perdóname, pero un engaño así no te lo podía dejar pasar. Ahora soy yo sobre ti, ahora estás tú como perro obedeciéndome con los ojos cerrados. Maldice a tu madre por haberte parido, bendice a tu madre por haber sido prostituta, razón por la cual naciste y te condenaste a estar bajo mi cuchillo (saca el cuchillo de su bolsillo y pasa el filo lentamente por la garganta). No siento placer alguno, por si lo quieres saber. Yo te amo, pero debía hacerlo. No pediré perdón ni me suicidaré. Así es el amor. Así es el amor, así es el amor, le dije, pero él no entendía nada. Sabía que yo era el actor, el creador de mentiras que gente estúpida acepta al punto de llorar. No te pediré perdón, le dije, ni me suicidaré. Él seguía sin entender nada. Así es el amor, le dije enterrando mi cuchillo por entre la tercera y cuarta costilla hasta sentir el órgano que él me destrozó. Así es el amor, no hay que sentir, sólo hay que actuar.